EL ENEMIGO OCULTO.
Toda actividad humana va acompañada de la inevitable participación del pensamiento. Llega a la conciencia para dar forma y color a las vivencias.
Posee carga emocional porque en su elaboración intervienen experiencias que han sido vividas en forma más o menos consciente. Algunos son desechados y otros retenidos para ser usados en la interpretación de lo que esta pasando.
En los deportes y en especial el golf, los pensamientos bien o mal disponen de acuerdo a las circunstancias en que aparecen. Muchos jugadores se desempeñan en una vuelta de golf según los resultados obtenidos en los primeros hoyos.
Cuando comienzan bien permanecen relajados y seguros. Por el contrario, si lo hacen mal, les cuesta revertir la situación, por la desconcentración que provocan los malos pensamientos. Si no se arregla de inmediato, aparece la inseguridad, siempre difícil de corregir y ante la impotencia por encontrar la solución, se puede cometer la grave equivocación de modificar el swing.
El primer error trae aparejada una cascada de pensamientos para interpretar lo sucedido. Es un verdadero estado de emergencia que afecta a todo el cuerpo. Causa confusión mental y endurecimiento muscular, que en los mejores casos, dura unos pocos minutos y luego se controla, razonando y comprendiendo que es algo sin importancia. Al reiniciar el juego si no se acude a una buena rutina de pregolpe, que permita concentrarse y relajarse, se corre el riesgo de perpetuar la situación con otro tiro malogrado.
Desde siempre sabemos que el error es una condición humana. Como consecuencia todo lo que hagamos esta sometido al mismo principio.
Se lo debe aceptar como parte del juego y no darle valor. Otra cosa es cuando se repite y esta indicando que algo anda mal.
Nadie está a salvo de estas desagradables sorpresas que aparecen en el momento menos pensado. Aceptarlos permitirá retomar rápidamente el ritmo y la concentración necesarios.
Fortaleciendo la confianza mediante el entrenamiento se controla este desajuste mental. Cuando se esté convencido que su aparición tiene la misma importancia que cualquier error de la vida cotidiana, dejará de molestar y lo olvidaremos enseguida. ¿Quién recuerda las veces que nos equivocamos al marcar un número telefónico? Teniendo esto en claro, estaremos preparados para transformar una situación de alarma, en un hecho circunstancial y sin importancia. Algo así no necesita comprensión ni explicación. Se lo olvida y nada más.
Luis María Guglielmetti.
Psicólogo y jugador de golf amateur.
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